Ray Veiro (Cuba) - Fragmento de la novela Los Carneros
¡Pueblo! ¡Pueblo! En estos momentos acaba de ser ajusticiado el tirano. Cuánta miseria hemos soportado, pueblo. El tirano que daba su mano constructora desde arriba y nosotros íbamos subiendo poco a poco. Eso creíamos. Los pobres fuimos más pobres y casi nunca teníamos ganas de ir a trabajar. Eso fue lo que realmente pasó. Nos cansamos, pueblo. Olvidamos quienes éramos y qué queríamos. Alguien puede decir qué tiene, qué conserva para sí, qué puede atesorar después de todo este tiempo de victorias.
Se nos ha destruido hasta el lenguaje y ya una persona no es capaz de saberse persona. Ya se nos ha destruido todo. ¿Cómo nos armamos?
Rompecabezas
piezas
fragmentos
residuos. Trocitos que forman una unidad y una unicidad y una uniformidad. ¡Qué mentira decirnos que somos es el futuro! ¿y qué se hace en el presente si todos vivimos en el pasado? ¿A qué futuro incierto se nos conduce?
¡Qué miseria lo que veo alrededor! ¡Miren alrededor suyo! No prometo sacarlos de esa miseria porque es el mismo lugar en que me encuentro. Reconocer la miseria es difícil porque supone contabilizar lo incontable, lo que no se tiene.
Yo no he venido a ser querido, ni a mostrar la verdad, pueblo. De hecho, no vengo, más bien me voy. Partiré esta misma tarde porque creo que encontré lo que buscaba, creo haber sido feliz al menos en esta hora. Estoy seguro que muchos no estarán de acuerdo con la violencia porque ya no se entiende qué es la violencia. Les aseguro que Ellos no sufrieron tanto como hemos sufrido nosotros en este régimen de optimismo, en esta felicidad perpetua. El que no ha sido feliz, dicen ustedes, que es porque no sabe sobre la felicidad, no sabe lo que es bueno.
Pues yo no he sido feliz pero he reído todo este tiempo, he reído a carcajadas sin soltar una lágrima incluso en los momentos más difíciles. A ustedes, que ya han dejado su cuerpo humano para carnerizarse. A ustedes que nada los diferencia de cualquier otro animal. Que me diga alguien si tiene, al menos, un hueso sano y si lo tiene es porque aún no ha pasado la molienda, la maquinaria absurda sobre ustedes.
La espera y la oxidación ha pasado sin darnos cuenta, eso sí. Aquellos brazos fuertes que prepararon en las milicias y aquellas piernas fuertes para correr tras los invasores ¿para qué? ¿cuándo es que vienen? No es acaso este juego invisible el que ha dejado nuestros cuerpos paralizados, esperando la nada con otro nombre. Aquellas infancia estropeada bajo el sol y aquella juventud bajo el fusil de calamina, subiendo y bajando en las montañas más altas e intrincadas, por si volvían a invadirnos la nada. Y uno en firme tan estúpido como siempre.
Ahora en firme no quisiera volver a mencionar otra cosa si no menciono primero el amor. No quisiera hablar de Ellos sin hablar antes de nosotros. ¡Pueblo! ¡Pueblo! En estos momentos acaba de ser ajusticiado el tirano. Cuánta miseria hemos soportado, pueblo. El tirano que daba su mano constructora desde arriba y nosotros íbamos subiendo poco a poco. Eso creíamos. Los pobres fuimos más pobres y casi nunca teníamos ganas de ir a trabajar. Eso fue lo que realmente pasó. Nos cansamos, pueblo. Olvidamos quienes éramos y qué queríamos. Alguien puede decir qué tiene, qué conserva para sí, qué puede atesorar después de todo este tiempo de victorias.
Se nos ha destruido hasta el lenguaje y ya una persona no es capaz de saberse persona. Ya se nos ha destruido todo. ¿Cómo nos armamos?
Rompecabezas
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fragmentos
residuos. Trocitos que forman una unidad y una unicidad y una uniformidad. ¡Qué mentira decirnos que somos es el futuro! ¿y qué se hace en el presente si todos vivimos en el pasado? ¿A qué futuro incierto se nos conduce?
¡Qué miseria lo que veo alrededor! ¡Miren alrededor suyo! No prometo sacarlos de esa miseria porque es el mismo lugar en que me encuentro. Reconocer la miseria es difícil porque supone contabilizar lo incontable, lo que no se tiene.
Yo no he venido a ser querido, ni a mostrar la verdad, pueblo. De hecho, no vengo, más bien me voy. Partiré esta misma tarde porque creo que encontré lo que buscaba, creo haber sido feliz al menos en esta hora. Estoy seguro que muchos no estarán de acuerdo con la violencia porque ya no se entiende qué es la violencia. Les aseguro que Ellos no sufrieron tanto como hemos sufrido nosotros en este régimen de optimismo, en esta felicidad perpetua. El que no ha sido feliz, dicen ustedes, que es porque no sabe sobre la felicidad, no sabe lo que es bueno.
Pues yo no he sido feliz pero he reído todo este tiempo, he reído a carcajadas sin soltar una lágrima incluso en los momentos más difíciles. A ustedes, que ya han dejado su cuerpo humano para carnerizarse. A ustedes que nada los diferencia de cualquier otro animal. Que me diga alguien si tiene, al menos, un hueso sano y si lo tiene es porque aún no ha pasado la molienda, la maquinaria absurda sobre ustedes.
La espera y la oxidación ha pasado sin darnos cuenta, eso sí. Aquellos brazos fuertes que prepararon en las milicias y aquellas piernas fuertes para correr tras los invasores ¿para qué? ¿cuándo es que vienen? No es acaso este juego invisible el que ha dejado nuestros cuerpos paralizados, esperando la nada con otro nombre. Aquellas infancia estropeada bajo el sol y aquella juventud bajo el fusil de calamina, subiendo y bajando en las montañas más altas e intrincadas, por si volvían a invadirnos la nada. Y uno en firme tan estúpido como siempre.
Ahora en firme no quisiera volver a mencionar otra cosa si no menciono primero el amor. No quisiera hablar de Ellos sin hablar antes de nosotros. ¡Pueblo! ¡Pueblo! En estos momentos acaba de ser ajusticiado el tirano. Cuánta miseria hemos soportado, pueblo. El tirano que daba su mano constructora desde arriba y nosotros íbamos subiendo poco a poco. Eso creíamos. Los pobres fuimos más pobres y casi nunca teníamos ganas de ir a trabajar. Eso fue lo que realmente pasó. Nos cansamos, pueblo. Olvidamos quienes éramos y qué queríamos. Alguien puede decir qué tiene, qué conserva para sí, qué puede atesorar después de todo este tiempo de victorias.
Se nos ha destruido hasta el lenguaje y ya una persona no es capaz de saberse persona. Ya se nos ha destruido todo. ¿Cómo nos armamos?
Rompecabezas
piezas
fragmentos
residuos. Trocitos que forman una unidad y una unicidad y una uniformidad. ¡Qué mentira decirnos que somos es el futuro! ¿y qué se hace en el presente si todos vivimos en el pasado? ¿A qué futuro incierto se nos conduce?
¡Qué miseria lo que veo alrededor! ¡Miren alrededor suyo! No prometo sacarlos de esa miseria porque es el mismo lugar en que me encuentro. Reconocer la miseria es difícil porque supone contabilizar lo incontable, lo que no se tiene.
Yo no he venido a ser querido, ni a mostrar la verdad, pueblo. De hecho, no vengo, más bien me voy. Partiré esta misma tarde porque creo que encontré lo que buscaba, creo haber sido feliz al menos en esta hora. Estoy seguro que muchos no estarán de acuerdo con la violencia porque ya no se entiende qué es la violencia. Les aseguro que Ellos no sufrieron tanto como hemos sufrido nosotros en este régimen de optimismo, en esta felicidad perpetua. El que no ha sido feliz, dicen ustedes, que es porque no sabe sobre la felicidad, no sabe lo que es bueno.
Pues yo no he sido feliz pero he reído todo este tiempo, he reído a carcajadas sin soltar una lágrima incluso en los momentos más difíciles. A ustedes, que ya han dejado su cuerpo humano para carnerizarse. A ustedes que nada los diferencia de cualquier otro animal. Que me diga alguien si tiene, al menos, un hueso sano y si lo tiene es porque aún no ha pasado la molienda, la maquinaria absurda sobre ustedes.
La espera y la oxidación ha pasado sin darnos cuenta, eso sí. Aquellos brazos fuertes que prepararon en las milicias y aquellas piernas fuertes para correr tras los invasores ¿para qué? ¿cuándo es que vienen? No es acaso este juego invisible el que ha dejado nuestros cuerpos paralizados, esperando la nada con otro nombre. Aquellas infancia estropeada bajo el sol y aquella juventud bajo el fusil de calamina, subiendo y bajando en las montañas más altas e intrincadas, por si volvían a invadirnos la nada. Y uno en firme tan estúpido como siempre.
Ahora en firme no quisiera volver a mencionar otra cosa si no menciono primero el amor. No quisiera hablar de Ellos sin hablar antes de nosotros. ¡Pueblo! ¡Pueblo! En estos momentos acaba de ser ajusticiado el tirano. Cuánta miseria hemos soportado, pueblo. El tirano que daba su mano constructora desde arriba y nosotros íbamos subiendo poco a poco. Eso creíamos. Los pobres fuimos más pobres y casi nunca teníamos ganas de ir a trabajar. Eso fue lo que realmente pasó. Nos cansamos, pueblo. Olvidamos quienes éramos y qué queríamos. Alguien puede decir qué tiene, qué conserva para sí, qué puede atesorar después de todo este tiempo de victorias.
Se nos ha destruido hasta el lenguaje y ya una persona no es capaz de saberse persona. Ya se nos ha destruido todo. ¿Cómo nos armamos?
Rompecabezas
piezas
fragmentos
residuos. Trocitos que forman una unidad y una unicidad y una uniformidad. ¡Qué mentira decirnos que somos es el futuro! ¿y qué se hace en el presente si todos vivimos en el pasado? ¿A qué futuro incierto se nos conduce?
¡Qué miseria lo que veo alrededor! ¡Miren alrededor suyo! No prometo sacarlos de esa miseria porque es el mismo lugar en que me encuentro. Reconocer la miseria es difícil porque supone contabilizar lo incontable, lo que no se tiene.
Yo no he venido a ser querido, ni a mostrar la verdad, pueblo. De hecho, no vengo, más bien me voy. Partiré esta misma tarde porque creo que encontré lo que buscaba, creo haber sido feliz al menos en esta hora. Estoy seguro que muchos no estarán de acuerdo con la violencia porque ya no se entiende qué es la violencia. Les aseguro que Ellos no sufrieron tanto como hemos sufrido nosotros en este régimen de optimismo, en esta felicidad perpetua. El que no ha sido feliz, dicen ustedes, que es porque no sabe sobre la felicidad, no sabe lo que es bueno.
Pues yo no he sido feliz pero he reído todo este tiempo, he reído a carcajadas sin soltar una lágrima incluso en los momentos más difíciles. A ustedes, que ya han dejado su cuerpo humano para carnerizarse. A ustedes que nada los diferencia de cualquier otro animal. Que me diga alguien si tiene, al menos, un hueso sano y si lo tiene es porque aún no ha pasado la molienda, la maquinaria absurda sobre ustedes.
La espera y la oxidación ha pasado sin darnos cuenta, eso sí. Aquellos brazos fuertes que prepararon en las milicias y aquellas piernas fuertes para correr tras los invasores ¿para qué? ¿cuándo es que vienen? No es acaso este juego invisible el que ha dejado nuestros cuerpos paralizados, esperando la nada con otro nombre. Aquellas infancia estropeada bajo el sol y aquella juventud bajo el fusil de calamina, subiendo y bajando en las montañas más altas e intrincadas, por si volvían a invadirnos la nada. Y uno en firme tan estúpido como siempre.
Ahora en firme no quisiera volver a mencionar otra cosa si no menciono primero el amor. No quisiera hablar de Ellos sin hablar antes de nosotros.
Sobre el autor
Ray Veiro [Cuba / 1998] Escritor y performer. Formará parte de la Beca Can Serrat Invierno 2021. Fue finalista en cuento de la Beca Casa Seoane 2019. Primera Mención en el concurso de narrativa La Gaveta 2019. Finalista del I Premio de Poesía Editorial Hypermedia 2019. Actualmente cursa el 3er año de la Licenciatura de Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Le interesa saber ¿Quién mató a Ana Mendieta? y cómo puede ocurrir la Kénosis. Vive y escribe en un edificio viejo de Centro Habana.
Reseña
Carneros: el influjo de la libertad sin libertad
Por. L'âme bleu.
El acontecer anecdótico de un tirano que ya no es, se abre espacio para reflexionar sobre aquellas viejas esperanzas: o vieja escuela de dolor de un grupo de personajes de perfiles insinuados. Ya no hay más un "locus amoenus", funciona como un lema de fondo, que sin embargo representa un estado ilusorio de violencia y horror a lo extraño. Para lograr este efecto anímico, Veiro recrea una arenga con motivos expresados en un lenguaje directo acerca de un 'régimen de optimismo', con su riesgo implicado. Como es de esperar, al término de este proceso de "carneriza-ción", o maniobras del tirano para dominar, los individuos que ahora alcanzan libertad, ya no distinguen un mundo real ni tiempo real.
En todo caso, si es necesario descubrir las circunstancias inmediatas que suscitan la realidad literaria de "Los carneros", no queda más que aproximarnos en breve a la denuncia expuesta de este fragmento. Miseria y desnudez tras un largo tiempo. El 'juego invisible' de un círculo vicioso en torno a la figura del tirano que conmueve, porque de alguna manera, sin este personaje tampoco reconocemos los alcances de nuestra libertad, sea esta social o individual.
Valoración Literaria
En este fragmento de “Los Carneros”, de Ray Veiro, reinterpreta la famosa alocución de José Antonio Echavarría el 13 de marzo del 63. Al igual que en aquella época, el autor es joven estudiante de la universidad de la Habana. Su discurso comprometido también con el devenir del futuro del país. Cuba es ya un mito de dolor y de encontrados criterios. Todo discurso necesita de un auditorio, una tribuna. El escenario probablemente sea Sibabo 00. La cabina de la antigua emisora asaltada, es hoy monumento nacional. El autor publicará su novela, ese gesto no derrocara ninguna dictadura; al igual que el hecho del joven mártir (José Antonio Echavarría). Seibabo 00 no será declarado monumento nacional. La escritura seria solo intento, intento por edificar la felicidad, pero recordemos: se trata solo de un intento.
El Navegante
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