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Mostrando entradas de noviembre, 2020

Oscar Wilde (Dublín, Irlanda) - Cuentos cortos

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El hombre que contaba historias Había una vez un hombre muy querido de su pueblo porque contaba historias. Todas las mañanas salía del pueblo y, cuando volvía por las noches, todos los trabajadores del pueblo, tras haber bregado todo el día, se reunían a su alrededor y le decían: -Vamos, cuenta, ¿qué has visto hoy? Él explicaba: -He visto en el bosque a un fauno que tenía una flauta y que obligaba a danzar a un corro de silvanos. -Sigue contando, ¿qué más has visto? -decían los hombres. -Al llegar a la orilla del mar he visto, al filo de las olas, a tres sirenas que peinaban sus verdes cabellos con un peine de oro. Y los hombres lo apreciaban porque les contaba historias. Una mañana dejó su pueblo, como todas las mañanas… Mas al llegar a la orilla del mar, he aquí que vio a tres sirenas, tres sirenas que, al filo de las olas, peinaban sus cabellos verdes con un peine de oro. Y, como continuara su paseo, en llegando cerca del bosque, vio a un fauno que tañía su flauta y a un corro de si

Lewis Carroll ( Reino Unido) - Carrera en comité

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—La mejor manera de secarnos sería una carrera en comité. —¿Qué es eso de una carrera en comité —preguntó Alicia, no porque tuviera muchas ganas de saberlo, sino porque el Dodo había hecho una pausa, como dando a entender que esperaba que alguien dijera algo y nadie parecía que fuera a hacerlo. —La mejor manera de explicarlo, será haciéndolo. Lo primero que hizo fue trazar una pista, más o menos en círculo (“La forma exacta no importa demasiado”, dijo), y luego todo el grupo se fue situando por aquí y por allá. Nadie dio la salida, sino que cada uno empezó a correr cuando quiso, de forma que resultaba algo difícil saber cuándo iba a terminar aquello. Sin embargo, después de haber estado corriendo como media hora, y estando todos ya bien secos, el Dodo exclamó súbitamente: —¡Se acabó la carrera! Todos se agruparon en su derredor, jadeando y preguntando a porfía: —Pero, ¿quién ha ganado? No parecía que el Dodo pudiera contestar sin entretenerse antes en muchas cavilaciones; estuvo durant

Jorge Santtori (Ecuador) - Epístolas al margen de la internet

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  Palma de Mallorca, 6 de marzo del 2020. Amado Dorian…    Es cierto que no hicimos el amor, aunque nunca importó, pues verte todas las tardes paradito tras la puerta de cristal era todo lo que necesitaba para sentir un placer que solamente la ternura otorga. Me he arrepentido de tantas cosas en mi vida, que un día dije basta; doblegué mis expectativas y llegué a pensar que no volvería a sonreír linda (como me decías arrogante) con nadie que no fueras tú. Y ha sido verdad; las veces que me desnudaron con violencia o parsimonia; costumbre o lascivia, enclaustraba con tristeza mis ojos e imaginaba que eran tus manos de niño peleón las que me levantaban la blusa al mismo tiempo que yo levantaba mis brazos, las que corrían libres por el bosque de mis cabellos, las que me rascaban los nervios, las que me desabrochaban el sostén en menos de un segundo, y no esas garras torpes, pesadas y aburridas que, aprovechándose de mi soledad, dentro de la noches inevitables para una mujer casada, sobre