Cristina del Pilar Buenaño (Ecuador) - La belleza y la parca / La mesa de Guayacán

 



LA BELLEZA Y LA PARCA

Los pliegues rasgados de sus ojos eran los mismos que un día robaban las miradas de todo aquel que la veía pasar y ahora le daban la bienvenida a quien despreciaba tanto, una completa extraña: vejez. Trató de posponer su llegada con cremas, elíxires, baños aromáticos e incluso había dejado de sonreír. Contra todo intento, esta se acomodaba en su habitación como si fuera suya, ocupando todos los espejos, metiéndose hasta en la cama, por lo cual ya ni tenía deseos de dormir. Incómoda, desfachatada, venía con el solo propósito de matar a su belleza. Así como una rosa que se marchita, un día desprende aquel aroma que te permite suspirar, pero, al siguiente, nos deja ver cómo caen sus pétalos. Desde entonces, el resto de los días contarán con su compañía, hasta que llegue la visita menos esperada, la muerte.

 


LA MESA DE GUAYACÁN

 

En un cuartito de tablas, el ventilador gira a su máxima capacidad. Las gotas de sudor resbalan por la frente de Joaquín, quien empuja la mesa de guayacán que le perteneció a su abuelo. La opulencia de tal madera, su elegante color café rojizo y las esbeltas formas de sus patas hacen que el cuarto pareciese un garabato. Aquel es el único recuerdo que conserva. Ese había sido el escenario de sus primeras lecciones de sumas, multiplicaciones, recortes y las primeras letras. También, sitio de encuentro de decenas de borracheras de las tres últimas generaciones, y aunque Joaquín no lo sabía, fue la suit prenupcial de sus padres.

 


 

Sobre la autora


Cristina nació el 16 de Mayo de 1994 en Ambato. Realizó todos sus estudios en la misma ciudad y se graduó como Ingeniera Civil en Mayo 2018. Su pasión se divide entre números y letras. Durante sus años universitarios fundó un club de Filosofía “Memento mori” y lo presidió durante seis meses. Es una líder, por lo que se involucró en política universitaria. Colaboró en la sección cultural del Diario “El Ambateño” a finales del 2018. Trabajó en la revista “Modus Vivendi” de la cámara de la construcción de Ambato. Actualmente estudia Filosofía y realiza cursos sobre la mujer en política. Le interesan mucho los temas culturales por lo que ha participado en varios encuentros de poesía y ha gestado otros de pintura y música.

Cristina está próxima a publicar su libro Narcóticos Amorónimos en la Editorial

PlumAndina.

 

 


Comentario


DE LA CABEZA A LOS PIES

Por. L'âme bleu

Los microcuentos de Cristina expresan a personajes que se vigilan, dándose por descubiertos en sí mismos, o, como en el caso de La mesa de guayacán, a través de un mueble. El advenimiento de la vejez -salve a quien sueña el retroceso de la vejez y la eterna juventud- y la cadencia de nuestra percepción se ven alterados, tal como sucede en La belleza y la parca, abriéndonos paso a la identidad del ser humano como un ente arrojado en el tiempo. No hay vuelta atrás una vez que avistamos nuestro rostro. Y, con limpieza narrativa, un Joaquín que rememora asume su pasado al entablar un diálogo silencioso con una mesa, se arroja a los pies de su propia existencia. Es un reencuentro que se propicia por el recuerdo de quienes han sido y ya no son.   

 



Valoración Literaria.

La muerte es irrefutable, pero vivir sin haber salido de nuestra zona de confort también es morir. Cristina es indudablemente quien me recordó el miedo que sentía a la vejez, y, que por mucho tiempo olvidé lo necesario que es el concepto de dualidad. Las descripciones son importantes para condensar el sentido del alma con la realidad.

 

Terminé de tomar una taza de café y miré por la ventana. Era el rostro de Joaquín a quien yo mismo había dibujado en el cielo el que me miraba con complicidad, era el viento del ventilador el aire que entraba a mis fosas, era ella y no yo, era el recuerdo de su cuento y no el café. Frente a mis ojos tuve a una gran escritora.

 

El Carnero.

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